Mario Giacoya

Giacoya, nacido en Sarandí Grande (departamento de Florida) el 31 de diciembre de 1951, se inscribe entre los artistas de interés de la nueva generación.

Su trayectoria artística comenzó en 1964, a la edad de 12 años, con una muestra en el Salón Departamental de Florida.

La primera presencia internacional de Giacoya se produjo en 1986 cuando expuso en la Galería Magister de la ciudad de Asunción. Posteriormente, sus obras se exhibieron en Brasil, Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón.

Giacoya fue definido como «un pintor auténticamente ingenuo, que tiene el don de seguir viendo el mundo con los ojos puros e incontaminados de la infancia, recreando la pérdida gracia preternatural en cuadros de frescura y candor edénico».

Sus temas participan de la nostalgia y de los recuerdos. La base de su temática la constituyen la iconografía y la mitología.

Sobre Mario Giacoya:

Nace el 31 de diciembre de 1951 en Sarandi Grande (Florida – Uruguay)

En 1978 se radica en Montevideo.

Su formación estuvo muy signada por sus docentes. En primer lugar Day Man Antunez, artista vinculado al Taller Torres, luego en el año 1981 comienza su trabajo con el gran maestro colorista Miguel Angel Pareja.

Su obra está presente en colecciones nacionales e internacionales.

TEXTO DE UN CRÍTICO PARAGUAYO: OSVALDO GONZÁLEZ LEAL

Se ha dicho que los niños -cuando pintan- son de naturaleza «fauves» y que la visión primigenia es eminentemente conceptual. Y bien, Giacoya -pintor auténticamente ingenuo- es de los que tienen el don de seguir viendo el mundo con los ojos puros e incontaminados de la infancia, recreando la perdida gracia preternatural, en cuadros de gran frescura y candor.

Sus temas, por otra parte, participan de la nostalgia y de los recuerdos: recuperables sólo a través de la visión estética que actúa a la manera «proustiana»; en busca del tiempo perdido, para asombrarnos y maravillarnos con los colores más puros y expresivos de su paleta. La mitología e iconografía folklóricas (hasta podríamos decir criolla) que constituyen la base de su temática, coinciden -en su espontaneidad- con la factura y la composición de sus cuadros, mostrando una sabiduría cromática no enseñable en las academias de arte y pintura. El descubrimiento del mundo impoluto, «acabado de nacer» de Giacoya constituye un verdadero oasis para los sentidos del hombre de la calle, contaminado por la polución de las imágenes publicitarias y la depredación visual de la naturaleza. Su expresionismo ingenuo y poético es un consuelo y una lección para esa humanidad que ha perdido el sentido de lo maravilloso.

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